domingo, 24 de marzo de 2019

Diario de aprendizaje. Fase 1.



Ya conocía la teoría sobre las inteligencias múltiples de Gardner pero nunca antes me había parado a pensar en si las utilizaba yo misma en el aula ni si ayudaba a mis alumnos a utilizarlas y las valoraba. 

Me he dado cuenta, gracias a la tarea sobre Mis inteligencias, de que todos somos el resultado de nuestras múltiples inteligencias y, a veces, nos olvidamos de ello y no lo compartimos con nuestros alumnos, haciéndoles creer que solo son inteligentes si sacan buenas notas en matemáticas o en lengua castellana, de manera que reducimos de manera trágica su potencial, ya que no les ayudamos a que utilicen sus propias capacidades e inteligencias para desarrollar o mejorar otras, que seguramente tengan pero que no hemos sabido descubrir, ni ellos ni nosotros.

Creo que la inteligencia no se define por números ni por letras, sino que se define más bien por la capacidad de utilizar las herramientas que tienes a tu alcance para llegar al objetivo propuesto, así como la capacidad de adaptación y aplicación a diferentes contextos.

Resulta evidente, en la práctica docente, que cada uno de nuestros alumnos posee unas inteligencias desarrolladas más o menos y que, teniéndolas en cuenta, podemos ayudarles a utilizarlas para desarrollar otras, porque en ocasiones pueden ayudarse entre sí.

La actual utopía de una escuela en la que se puedan abordar y desarrollar las diferentes inteligencias creo que comienza porque los docentes nos demos cuenta de que nosotros mismos las tenemos y las usamos, lo que nos otorga cierta peculiaridad que no debemos lamentar, ni personalmente, ni en nuestros alumnos. Quizás la manera sea abordar qué queremos enseñar, qué es fundamental enseñar en las aulas, los grandes paradigmas: comunicación, escritura, pensamiento crítico, abstracto… y pensar en los diferentes caminos desde los que pueden abordarse esos proyectos, que parecen inabarcables para un curso, pero que deben marcarse como final de un camino, en el que unos a otros puedan ayudarse y comprender que cada uno aprende y entiende de una manera diferente y, sin embargo, eso no significa que unos sean mejores que otros.

Esta reflexión personal sobre las múltiples opciones que podemos ofrecer a nuestros alumnos abriendo nuestra mente viene derivada de la reflexión sobre mi propia trayectoria escolar. Quizás si dejásemos que nuestros alumnos desarrollaran esas capacidades instintivas, se dedicaran a aquello que quieren con el mismo amor y vocación como lo hacemos la gran mayoría de los profesores que estamos en el aula cada día, viendo lo mejor de ellos mismos, a la vez que nos hacen sacar lo mejor de nosotros mismos.